En el metro, veo a una mujer que utiliza su móvil como espejo de bolsillo, la cámara le sirve para verse.
¿Cuántas veces coge su móvil al día? —pensé— ¿O lo suelta alguna vez?
A continuación, se hace un selfi y lo sube a Instagram.
Ya en casa y recordando la escena, cierro el libro de José Carlos Ruiz y me da por escribir algunas ideas.
Hipercultura, llegaste sin avisar
En un parpadeo de 15 años, nos hemos convertido en individuos «hipermodernos» término que usa el filósofo Gilles Lipovetsky, para definirnos como personas que exhiben su desnudez —física o emocional— para llamar la atención del otro.
Con la popularidad de las redes sociales y con el paso de los años, nos hemos acostumbrado a autoesclavizarnos y testimoniar todo lo que hacemos, a «expresarnos con libertad» dirían algunos. La expresividad va en favor de un lenguaje emotivo preparado para el consumo.
La «hipercultura» que busca el consumo masificado de lo efímero, necesita de nosotros. Publicamos por la necesidad de atención, hacemos y consumimos, exhibiéndonos.
En favor de esa emotividad, nuestro lenguaje oral y escrito se ha empobrecido, fingimos la sonrisa y posamos de manera artificiosa en favor de lo que ofrecemos a la pantalla.
Producimos y consumimos con el mismo criterio, sin modificar nuestra actitud.
Como dice el autor del libro, “bajo la indigencia mental tratamos de presentar cualquier acontecimiento externo con una cuidada narrativa, procurando mostrar los eventos como una extensión de nuestro yo íntimo.” (pág. 19).
Y es así como nuestras pasiones —y delirios— los hemos convertido en producción para consumo propio y de nuestras audiencias.
Consumiendo al otro. Devorados por internet
Las personas con las que conectamos antaño, porque queríamos mantener vínculos emocionales con ellas, ahora son parte de nuestros objetos de consumo. Lejos ha quedado seguir la misión tendenciosa de Facebook del 2006, de acercarnos a nuestros seres queridos.
Los consumimos cuando interesa, después los ignoramos o borramos sin más. Esto forma parte de nuestro comportamiento habitual online. Así es como la «otrofagia» nombrada por José Carlos Ruiz, aparece.
Aun así, estamos a su servicio. Casi de manera automática, cuando creemos que algo tiene valor, lo compartimos, ¿se hará viral?. Esos otros, nuestra audiencia, nos gobiernan hasta que ya no son de utilidad a nuestros deseos de atención.
Como sujetos hipermodernos, digitalizamos el pasado sin apenas criterio de almacenamiento, ¿cómo ha cambiado tu feed de Instagram en los últimos 5 años?
Terapia de choque: El pensamiento elegante
Con el tiempo, me he vuelto muy selectivo en internet.
Por eso, cuando vi la portada del libro y leí sus primeras páginas, me atrapó el concepto de «Filosofía para un pensamiento elegante», porque no necesita del lujo como distintivo, no va de exhibirse, no necesita de mostrarse ni señalarse como héroe de la moral.
Va de observar lo que nos rodea con una mirada más crítica y menos pasiva, recuperar el análisis ahorcado por el impulso y contemplar a cierta distancia, en vez de mostrarse.
También va de «contemplar lo que hay debajo», de sospechar, lejos de los impulsos sentimentaloides y demandas de la hipermodernidad.
El pensamiento elegante va de escoger —y hacerlo bien— abarcando la ética, política, relaciones personales y también internet, lo que buscas y quieres encontrar.
Las pantallas han invadido nuestro mundo de manera tan sobrecogedora que nos hemos olvidado de educar la mirada para sacar un provecho personal de ellas, más allá del mero entretenimiento.
José Carlos Ruiz
Estamos en una época donde lo vulgar lo confundimos con lo atractivo. Donde nos encontramos hiperestimulados y con realidades complejas de digerir, la mayor parte consumidas desde nuestros teléfonos móviles.
A mi parecer la sección de “Buscar y explorar” de Instagram, por ejemplo, es lo más parecido al museo de los horrores que tenemos en nuestros bolsillos. Donde antes de buscar, encontramos a personas anónimas que hacen proezas o arriesgan su vida, solo por ser virales.
Lo elegante se admira, lo viral se consume, dice el autor. Y además, los datos no apoyan, lo que este sistema de la hipermodernidad globalizada propone.
¿Quieres una vida viral? Yo, prefiero una vida elegante.
Incompletos: Filosofía para un pensamiento elegante de José Carlos Ruiz. Ediciones Destino, 2023 en Amazon.es
Vivimos en un mundo donde acumular titulares sin entrar en la noticia equivale a conocimiento, sabiduría, opiniones que son verdades absolutas. Es la cultura de lo inmediato, donde la reflexión es una reliquia del pasado que merece ser olvidada.
Es así Joiel y que bueno que diciendo esto podamos darnos cuenta. Ahí queda, que cada uno coja la llave, si quiere. Gracias por pasarte por aquí.