Un café americano en otro lugar te pone a pensar.
La perspectiva es buena consejera. Más si la acompañas de escucharte. La intuición, le llaman.
El mundo está lleno de oportunidades, así lo creo y por eso al verme fuera de la isla pienso:
Qué me motiva. Qué me limita.
Quiénes amo. Quiénes me aman.
Qué hago y qué me deja ser yo mismo. Qué no me deja serlo.
Cómo me siento. Qué necesita (de mí) mi cuerpo.
Y al pensar esto me vienen respuestas, porque hago un recorrido de los últimos 9 años y recuerdo todo lo vivido. Todo.
Por eso es necesario comenzar un nuevo ciclo.
Un ciclo donde mi yo enterrado salga con todas sus consecuencias y plenitud.
Un café sin azúcar—pensado— en Madrid, Barcelona, Las Palmas o mi casa.
Da para mucho. Te pone a pensar. Te pone manos a la obra.