Cuando era pequeño mi madre me dijo cómo eran las personas, las mujeres y hombres que conocíamos hasta entonces.
Y hoy, después de ‘mil años’ mujeres y hombres son diferentes:
Son personas más allá de su sexo, porque entre las piernas hombres y mujeres hoy, pueden escoger qué quieren tener. Porque tus genitales no definen tu sexo.
Son personas más allá del amor, porque eligen la vida que quieren vivir y escogen la lealtad a ellos mismos y a la persona que aman, para dar forma a su propio concepto de pareja. En consenso, en comunicación.
Soy hombre, me siento hombre y me gusta lo que la naturaleza me ha dado.
Ahora, descubrirme, elegirme, abrirme al mundo que ya está lleno de esos hombre y mujeres libres de genitalidad, me maravilla.
Porque puedo elegir, qué ser, qué sentir, qué vivir con quién y cómo, más allá de lo que imaginé. De lo que aprendí.
Ahora puedo reaprender mi forma de amar a mi medida.
Siento que soy el hombre que me gusta ser, creado de adentro hacia afuera. Primero sentido, luego interiorizado, luego realizado.
Persona, más allá de genitalidades y etiquetas.