Después de hacer una guirnalda de navidad, le dimos nueva vida, colgando en ella 5 deseos y dejándola en nuestra habitación. Escribimos esos deseos y los colgamos con la promesa de verlos juntos ‘más adelante’.
Pasaron 2 años.
Algunas pocas veces, cada uno veía los suyos.
«Ella me decía ‘alguno de los míos se han cumplido’. Mientras yo en secreto, pensaba que los míos tal vez, eran algo egoístas…»
Hoy en nuestra charca, los abrimos. Emoción.
Nuestros deseos estaban alineados. Pensamos lo mismo. Deseamos lo mismo para nosotros. Y lo mejor para cada uno.
…
Preparando la salidaUn día pintadoLa charca, el lugar de nuestros deseos importantes2 años en secreto. Nuestro juego de deseosDeseosRico de comerRico de beber
Y lo mejor está pasando lento, porque estos deseos siguen su camino y se siguen creando.
Porque se han creado dentro de nosotros. Los vemos crecer, transformarse.
Una frase que me calma, me da paciencia conmigo mismo.
Hacer el camino es hacer el cambio, poco a poco.
Es aprender, aprenderte, hacerte y hacer que varios poquitos alineados vayan en la misma dirección.
Se hace camino al andar, dice la canción.
Y aunque hacer el camino no implica ir lento, si lo puede ser, ir a la mayor velocidad para la que estés capacitado. Caminando el camino con la velocidad que te sea sostenible.
Ni siempre rápido. Ni siempre lento.
Caminando se llega más lejos, a tu propia velocidad.
Vas, vamos.
Haciendo el camino.
Porque si no está hecho lo creas cada día haciendo, deshaciendo, acertando. Y acertando en tus equivocaciones.
Se hace camino al andar.
Porque si te paras, es para ver – verte con ojos de ver. Pararte y seguir.
El camino hoy más hecho que ayer, más cerca de lo que quieres, más lejos del punto de partida.
Sí, vista atrás. Con los ojos pequeños de seguir medio dormido mientras el tranvía sube.
Contento, porque los dos objetivos del mes fueron cumplidos:
– Cumplir un año de trabajo – y continuar trabajando con Wehbe. Cada día es más ilusionante que el anterior.
Estoy aprendiendo tanto que me siento otra persona, mejor de la que era. Sobre todo más serena, más observadora y lo mas importante, más humilde.
A nivel de aptitudes profesionales, aprendiendo de cero y contextualizando aprendizajes anteriores para encontrar soluciones a los que llamamos sabiamente «cuellos de botella».
Ahora que me leo mientras escribo, mis ojos se abren más. Sí, estoy de camino en tranvía al trabajo. Qué bueno ¿verdad?.
…
– Finalizar el pago de una larga deuda adquirida hace casi 10 años. Los últimos 4 fue comprada por una de esas financieras cuyo trabajo es presionar de todos los modos posibles para que la saldes.
Por fin dejo de ver su número oculto, número desconocido, número con aviso de llamada spam y todas las variantes de estos años, están fuera de mi oreja y cerebro. Por fin.
El aprendizaje de esta larga fase es: no pidas dinero para cosas que no sabes si vas a poder pagar.
Seguro lo habrás leído por ahí. Pues sí.
Paga en efectivo todo lo que puedas y si no tienes, no compres. Porque la deuda contraída de esa compra a crédito desconoces en lo que se puede convertir.
La mía, era básicamente compras de cosas que ya no recuerdo.
Y se transformó en 10 años de fatigoso pago llenos de disgustos, sacrificios y llamadas agotadoras de personas que no conozco y que la mayoría de las veces me trataron como a un hijo malcriado y caprichoso. Porque lo era.
Ahora, a pagar las últimas dos que me quedan. Y con eso me quedo limpio. Limpio de verdad.
Libertad financiera. Es la recompensa.
Y ahora a por marzo. Y a bajarme del tranvía en breve.
Un momento tan cerca como para echarse pa’ atrás
y yo sigo de frente no me voy a molestar ya
mi alegría dispuesta a luchar ya nunca se va
melodías cantando para verte recuperar
la esperanza que ya nunca se va
puedo estar mas de un minuto en paz
Vi venir verano cuesta bajo utópico
vi venir peligro por lo que hago es lo que soy
Has sentido te espera la muerte
Has sentido que puedes perderte
– Y aunque los sacrificios me rebanen a la mitad
Aquí sigo de frente intentando recuperar
Mi alegría dispuesta a luchar por una verdad
Levantar la cabeza y escupir lo que el alma trae
la esperanza que ya nunca se va
puedo estar mas de un minuto en paz
Vi venir verano cuesta bajo utópico
vi venir peligro por lo que hago es lo que soy
Has sentido te espera la muerte
Has sentido que puedes perderte
Veo a diario como se delegan labores sin asumir la total responsabilidad de cada parte de esa labor. Entregar una tarea a medias, dar instrucciones poco precisas, sin refrendar, sin hacer seguimiento o peor aún dar por finalizada la labor sin notificar a los implicados.
Se delega la tarea – con todas sus partes bien explicadas, estructuradas y pautadas – y se asume la responsabilidad de que se lleve a cabo.
«Rápido, no significa fácil.»
Creo que decir »eso es rápido» es simplista y apresurado. Hay labores rápidas que llevan consigo una complejidad pasmosa.
Sólo teclear en el teclado virtual de tu móvil implica una serie de operaciones, cálculos y acciones asombrosamente difíciles. Y sin embargo, suceden en un segundo.
Es rápido, porque se sabe cómo y qué. Por eso es rápido.
Nota mental: organizar para delegar bien. Ordenar para hacerlo rápido.
Siento algo dentro de mi que antes ni se me pasaba por la cabeza, ni lo sentía en el corazón:
«Más que sentirme empleado, me siento socio».
Socio, porque la suma del esfuerzo de otros compañeros con el mío, acercan los objetivos que nos hemos marcado. Voy, vamos, caminamos, trabajamos. Como socios.
Socio, porque el dinero es el resultado, no mi objetivo. En vez de esperarlo pasivamente al hacer lo que se me pide hacer, siento que es mi responsabilidad ofrecer el doble para que además la empresa obtenga ganancias de mi labor. Claramente un ‘Ganar – Ganar’.
Socio, porque el tiempo que invierto depende de mí y mi gestión del día, en vez del horario que marque una ‘jornada laboral’.
Socio, porque la experiencia y lo vivido me hacen entregarme con pasión a lo que hago, formar parte de algo, de un logro, de un sueño soñado y real.
Socio, porque soy un eslabón de la cadena, que debe hacerse fuerte para así contagiarlo al resto de eslabones. Lo bueno también se contagia.
Socio, porque primero que nada trabajo en algo que llamo YO S.A, el corazón de todo lo que hago para y con los demás.
Hasta aquí me leo yo.
Ahora toca leerte a ti: ¿Soy socio o empleado de mi vida?
Me enorgullece sentirnos más nosotros cada vez. Menos parecidos a lo que éramos y de dónde vinimos. Como si viniéramos del país que se llama «es posible si dos quieren».
Aturdido, sin saber a veces el día en que vivo, pones norte. Pones, el ésto, el aquí y el ahora.
Ésto: es nuestro compromiso. Creemos y nos creamos.
El aquí: Presente sin anestesia. Porque lo que toque, que sea unidos.
El ahora: porque nos hacemos ya. Para entregarnos cada día mejores el uno a otro.
…
Y lo que me importaba era que era hoy «por fin viernes» y que nos veríamos lo antes posible. Saber si estabas mejor de la tos y tu día agotador y si a mi no me ardían los ojos de estar expuesto a luz artificial.
No recordaba nada más. Es como si siempre fuera ‘estamos’.
Y hoy tocaba: Parar. Sentirnos. Respirar. Me has enseñado a eso.
Decir: Esto, aquí, nosotros.
Porque tú me haces estar presente de lo que pasa, de lo que hacemos y de que más allá del amor, hay algo más:
Lealtad.
Pese a la guerra, pese a lo difícil. Pese a lo que venga y tenga el tamaño de un dragón que lo queme todo.
Más allá del amor, lealtad. Más allá del amor, nosotros.
Te amo Nubia.
6 años juntos. Más allá de lo que pudimos imaginar.
En los últimos años me he visto rodeado de basura. Mucha basura.
Esto me ha pasado al conocer a personas y adentrarme en sus vidas. Y así me he topado con su propia basura.
En ocasiones montañas de ella, llegando a las toneladas. Sí, literalmente, toneladas de escombros de material y tiempo.
La cosa, es que eso me motiva porque es ahí donde encuentro mi sentido.
Mi ikigai. Mi razón de ser.
Siento que mi cometido es crear belleza, por eso es una oportunidad para hacer, para inventar algo nuevo, más allá del simple reciclaje – o reciclarse.
Aún así me abruma al llegar a estos vertederos y visualizar la cantidad de tiempo que se ha invertido en acumular desechos. Años, muchos años.
Con lo que está, fue o pudo ser.
En años, muchos años.
Hoy volví a estar rodeado de basura, esta vez en un subterráneo. Una planta – 4 ¿Cuántos metros bajo tierra será eso?
Sentí la vida de personas, momentos, esfuerzos, su historia. Tirada en la basura.
Tiempo. Vida. Ahí, dispuesta a ser tirada porque sirvió o porque no sirvió.
Me pregunto: ¿Si en vez de usar tiempo en acumular lo usáramos en limpiar?
En estas circunstancias – rodeado de toneladas de basura allí a dónde ves – crear belleza limpiando o reciclando es todo un reto, porque pide de mi doble fuerza y trabajar en equipo. Uniendo motivos, objetivos y corazón.
Aunque sólo puedas, podrías tardar el mismo tiempo invertido en que fue acumulada.
Crear verdadera belleza – en las circunstancias que se desee – se logra unido a otras personas, con el esfuerzo conjunto y alineado.
A lo largo de mi vida vivida he tenido muy pocos amigos, a los que les he pedido mucho de sí mismos en algunos casos. Paciencia, la mayor parte de las veces.
Tengo pocos amigos. Y estoy orgulloso de ello.
También estos amigos tienen su ciclo en los años: van, vienen, vuelven, se quedan, se van.
Algunos pocos se resisten a irse aunque les muestre poco interés.
Todavía me pregunto porqué se quieren quedar.
…
Me gusta que entre amigos haya espacio para vivir.
Sigo sin identificarme con eso de ‘cenitas de fin de semana’ – todas las semanas – o la ‘cerveza del viernes’ – todos los viernes. Por eso los amigos que suelen ser mis amigos, no tienen esas costumbres conmigo.
Mis amigos me leen, más allá de lo que yo mismo me leo. Y saben, mis ‘cuandos’. No lo digo yo, ellos me lo han demostrado.
Mis amigos de verdad cambian, mutan, mejoran, se transforman.
Viven sus vidas y como Gorillaz, siempre vienen de una batalla, te la cuentan y siguen su camino.
Aprendo cuando ellos aprenden.
Mis amigos saben que les escucho, de dentro hacia afuera. Que pongo orejas y corazón y por eso les propongo retos ante su vida y sus cosas.
Por eso les escucho. Para retar mi impaciencia. Para abrirme a su vida. Porque me importan.
Mis amigos de cada momento de mi vida vivida, me han abierto al mundo, han sido mi familia y me han reconstruido porque del círculo familiar del que salí necesitaba cambiar piezas, mejorar los engranajes del corazón y descubrir otra forma de expresar mis sentimientos hacia otras personas. Hacia mis amigos.
Mis amigos, a todos, les estoy agradecido por lo vivido y lo que se está viviendo.