¿Me extrañarás?

—¿Me extrañarás? —dijo la isla.

—No. —dijo el ave de paso.

—Quédate, mi mar te abraza.

—No, tu mar me aísla. —dijo, mientras levantaba vuelo.

La isla calló, miró adentro —como se miran las islas— y luego dijo:

—Allí a donde vayas, abraza a todo al que te cobije, si no, el mar de la soledad te rodeará.

«Gracias isla, por cobijarme todo este tiempo… », pensó el ave, mientras batía con fuerza sus alas, fijando la vista en el nuevo horizonte.


Al ver la foto, recuerdo el momento en el avión:

El típico momento en que sientes que estás haciendo algo que has soñado por mucho tiempo y aunque te ves en el final de un ciclo, realmente estás comenzando uno, muy lentamente. Y eso, aún no lo sabes.

La partida: big bang, pura teoría

Era diciembre de 2021, cuando por fin, estaba todo listo para la mudanza. Después de casi dos años de esperas, cambios y ajustes, era el momento. Era ahora o nunca.

Cuando imaginaba ese «gran cambio de vida» que comenzaría en horas, lo sentía como un cambio radical. Eso es lo que creía que pasaría, mientras veía a las nubes tragarse, a la isla de la eterna primavera.

Para irme, vendí y regalé todo. No tenía sentido para mí, cargarme de cosas viejas para comenzar una nueva vida. Me ofrecieron hasta un trastero, para dejarlas y no venderlas. Yo lo tenía muy claro. Si es cambio de vida, se cambia todo. Y se viaja, con lo puesto.

Un día antes de la partida. Tenerife 2021

3 maletas, 1 bolso de mano, nervios, entusiasmo y poco más. Ese fue mi equipaje para la mudanza, después de 32 años en el mismo lugar.

Lo que no sabía aún dentro del avión y lleno de ilusiones —que ilusiones son— es que ese “big bang” personal que deseaba que pasase, no sería como un renacer, abrupto y rápido en un nuevo entorno totalmente desconocido y hostil.

Porque no estamos en los 80. Hay variantes y muchos matices.

Yo, había pateado el que sería mi nuevo barrio con Google Maps. Mis clientes y amigos me decían, “nos vemos la próxima semana por Meet”. Además, la capital de España es cosmopolita, multicultural, familiar y cercana. Pese a ser una ciudad donde eres uno más, no es una ciudad donde te puedas sentir solo.

La realidad: cotidiana en vez de rápida

La llegada es como cada uno la enfoque. La vida práctica se resuelve en 3 meses. La vida personal y emocional, el tiempo que le toque. Y así, ha sido hasta ahora.

Mientras la nueva vida se va haciendo con el día a día, la antigua permanece y se va enredando con la nueva, en una maraña que tiene lógica y sentido. Aunque uno, no sepa de qué va la cosa.

Por un lado, el hecho de estar conectados gracias a internet, romantiza recuerdos y nos conecta a una cotidianidad y cercanía que no existe. Allí, no es aquí y viceversa. Esto, las redes sociales lo saben muy bien: nos hacen creer que estamos cerca. El vínculo es mental, es pura ilusión.

Ese vínculo, se ha ido deshaciendo poco a poco, como la vida sabe que debe hacerse. Por eso me sigo preguntando, ¿por qué tenemos tanta prisa para vivir?

La isla como lugar se ha ido difuminando en mi vida. Los amigos y conocidos que van quedando allá se tejen con los nuevos y entonces, no hay sitio que los defina. Son ellos, sin geografía. Se les llama por su nombre, no importa donde viven. Importa lo que de verdad nos une, sin romanticismos.

Y es así, como ese cambio radical de vida impulsivo y desesperado, se convierte en un proceso personal que va su ritmo, donde se conocen nuevas facetas de uno mismo y se desechan las creencias que ya no sirven.

Así, en vez de pensar “¿cuál será la próxima parada?” como un ave de paso, sonrío diciendo “¿Y si disfrutamos el tiempo que estamos aquí?”.

2 respuestas a “ ¿Me extrañarás? ”

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