Llóralo (episodio 03)

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Transcripción

Siento un profundo respeto cuando alguien me dice que tiene un familiar que que “está malito”, que le preocupa su salud.

Y cuando lo dice, la sensación —porque no se dice se siente— la sensación, es que esa persona está en sus últimos momentos de la vida.

Y yo le tengo mucho respeto a eso, porque lo que he vivido yo durante este tiempo hasta el día de hoy, no sé qué deparar la mañana. Lo que ha sucedido es que las personas que han estado relacionadas en mi vida conmigo, pues yo que sé, amigo familiare no, no he tenido la oportunidad de llorarlo, de despedirme.

Siempre he me enterado, que han muerto, que esas personas se han ido… y me enteró además al tiempo.

No me entero… no me enteró en momento concreto, que tú dices pasó ayer. Me entero al par de días. O incluso, al par de meses.

Y esa sensación de no poder estar, dentro de nuestra religión dentro de nuestras costumbres y demás, porque me gustaría y me encantaría, poder despedir a alguien en una fiesta, y reír mucho y emborracharme. Te lo digo de verdad, nada de estos dramas que nos montamos nosotros.

Pero, al mismo tiempo. Los respeto y lo y siento que cada persona a la hora de despedirse, marca un poco tan bien como quiere ser despedida.

Sabes, no es lo mismo… una persona que siempre es risueña y que en sus deseos está el que no lo lloren, a una persona que, pues tiene una vida un poco más convencional o tradicional y que quiere los ritos a los que estamos acostumbrados.

Y hoy justo, estaba en un local. Y pues, como tengo cierta confianza con el equipo, pues una de las chicas estaba en ese momento.

En el que justo pues tenía un problema familiar y había muerto alguien.

Nunca se dijo al quién, pero me dio la sensación de que era una persona bastante cercana. Bastante cercana que podría ser una tía o una abuela, una tía abuela o algo así. Me quedé con esa sensación.

Y claro, hay personas que son muy transparentes, que son muy bonito verlas porque son muy transparentes y ya aguantaba el tipo como podía, porque evidentemente estaban en el trabajo.

Y, y luego, pues, con el resto de compañeros, empezamos a hablar de esos momentos. Cómo que parte cada uno en esos momentos.

Como le ha tocado vivir cada uno de esos momentos, de la muerte de la ida de un familiar y no estar. Y cuando hablas, cuando hablas con gente que tiene otras costumbres diferentes a ti, te das cuenta que… lo que tenemos en común es que no queremos que esa persona se vaya.

Esa persona descansa. Esa persona se va o esa persona, incluso en una, en una situación complicada, como tenido algunos casos, pues finalmente descansa y se va. La tristeza la aguardamos nosotros, pero por nosotros. Porque vamos a extrañar a quien se va. Y aunque tengamos ese sentimiento de decir oye, pues está descansando, nos sentimos muy tristes por nosotros.

Y yo… no puedo generalizar porque en el caso, por ejemplo de mi padre, sentí vacío. No sentí llanto. Y cuando me lo dijeron, pues bueno, las circunstancias no eran las mejores y ni siquiera lloré. Y cuando fui a verle al tiempo, cuando me dijeron donde donde estaba enterrado, la sensación fue de pena. No lloré tampoco.

Fue de pena, porque, eh, dije jolín, es que no se ha pasado nadie por aquí. Y este nicho, como tantos otros, tiene una flores secas y, se me queda en perspectiva, pues esa sensación de tanto que luchamos nosotros tanto que tenemos como importante nuestra vida y que fácil se olvida todo. Que fácil se pasa página y que pasa y que fácil se pasa a otro momento. Habiendo una persona, dado toda la vida por ti.

En ese caso, concreto, esa era mi sensación.

Hay personas que sientes el no poderte despedir, como me ha pasado con algunos amigos, que sientes ese vacío.

Y… y te cuento todo este drama. (risas)

Te cuento todo esta cosa profunda porque, si bien durante este tiempo es que estamos viviendo, evitamos el dolor. Porque a veces no se sabe cómo encajarse, porque porque son muchas cosas al mismo tiempo.

Yo te digo de verdad que lo llores, coño.

Que cuando toque el momento, llóralo, despídete. Ríete. No hay nada más divertido que escuchar chistes guarros en un entierro.

Desahógate.

Cuando suceda eso, no lo tragues. No lo quieras diluir. No.

Vívelo como, si fuera lo último que tuvieras que vivir.

Llora, patalea, cabréate en todo “¿porque se fue?”.

Y al mismo tiempo, da gracias. Da gracias.

Porque tener esa sensación, el saber que puedas despedirte de alguien. El saber que puedes estar, que puedes expresarlo —incluso si tienes esa suerte— de los últimos minutos de la vida de alguien. Si tienes la suerte de hablar.

Yo creo que es algo, de las pocas experiencias vitales en la vida que marcan antes y después, de como luego, vas a seguir tu vida. Cómo vas a sacar tu vida delante.

Y la idea que te quiero transmitir, es que precisamente busques que esto que te está pasando, sepas que también te va a pasar a ti, tarde o temprano, la muerte es un tabú, pero está ahí.

Y que cuando llegué, tú también vas a descansar.

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