Me asomo a la ventana y la veo tender.
La veo, haciendo magia como siempre.
Toda nuestra ropa debe caber en el tendedero.
Hay que aprovechar la colada, y las cuerdas.
Para hacerlo bien, con los dedos de sus pies, va rodando con mucha precisión las camisetas…, los calzoncillos…, los calcetines…, así, cabe todo.
Siempre de mayor a menor.
Como nosotros.
Me gustan sus dedos.
Con esas uñas fuertes y rojas, tocando las cuerdas, y la ropa.
Ella tiene cuerpo de guitarra.
Lo sé, porque tiende desnuda.
Sigo en la ventana…
Bailar en el tendedero.
Parece fácil.
Me gustaría hacerlo algún día.